Pereira aseguró que durante el proceso de intervención detectó deterioro estructural, indiferencia institucional y ausencia de mecanismos reales de fiscalización.
“Estoy apesadumbrado y sorprendido cada vez por más deterioro y por cada dejadez total”, expresó. Sostuvo que dentro del municipio prevalece una actitud indiferente hacia la ciudadanía, y que los servicios públicos siguen sin ejecutarse eficientemente debido a fallas internas profundas.
Pereira afirmó que no posee facultades para despedir personal, pero que dejará un informe fundado y priorizado con propuestas concretas de reestructuración, entre ellas un censo laboral riguroso y la implementación obligatoria de concursos de méritos para futuros ingresos.
“Esto es un coteo político donde se abusó, y la ciudadanía hoy sufre las consecuencias de esa superpoblación”, lamentó. Indicó que los cargos deben ser ocupados por técnicos capacitados, y que los criterios de ingreso tienen que reflejar el compromiso con los servicios urbanos que impactan directamente en los barrios y en la vida cotidiana de los contribuyentes.
“La moral de la institución debe ser restaurada, y eso empieza por valorar el mérito y limitar el favoritismo”, agregó.
Explicó que realizó muestreos aleatorios de las dependencias y detectó amplias brechas entre la nómina de funcionarios y la presencia efectiva en el puesto de trabajo. “Si hay 20 personas en vialidad, encontré tres. Si figuran 42 en otra área, vi cinco. Los demás no estaban, ni en cámaras ni en campo”, denunció.
Según el interventor, los testimonios de los propios trabajadores confirmaron una rutina informal de asistencia. “La misma gente te cuenta: ‘viene, marca, se va’”, pero no se animan a realizar denuncias formales por miedo o porque se normalizó esa conducta”, explicó.
Sostuvo que el municipio carece por completo de mecanismos de control interno eficaces, y que la ausencia de fiscalización dejó a la institución sin capacidad de autogestión ni de auditoría básica.
El interventor anunció que en su informe incluirá un plan estratégico para racionalizar datos y reducir formalmente el aparato municipal, así como incorporar tecnología para mejorar el control de la asistencia y productividad.
“Esto va más allá de observaciones puntuales. Necesitamos una reforma estructural muy profunda, un achicamiento formal de la plantilla y herramientas tecnológicas que respalden decisiones operativas”, explicó.