Clever reveló que el crimen podría estar vinculado a un rito de iniciación dentro de uno de estos grupos, y que la práctica responde a una lógica de ascenso interno, que se consolida a través del asesinato de un rival como demostración de lealtad.
“Me decían los vecinos que hacen ese tipo de ritual para ascender de rango”, relató el fiscal. Añadió que, tras confirmarse la muerte del menor, testigos observaron festejos en una casa cercana, con bombas como señal de celebración por el resultado del hecho violento.
“Eso es el nivel que estamos alcanzando. La preocupación tiene que ser real, porque es grave la situación que estamos viviendo”, advirtió.
Explicó que estos enfrentamientos ya no se limitan a zonas históricas de vulnerabilidad como la Chacarita, sino que se extienden a múltiples barrios y municipios del departamento Central. “Antes ocurría en zonas concretas, pero ahora ya estamos minados en todo Asunción y Central”, sostuvo.
Durante su trayectoria en el Ministerio Público, el fiscal afirmó haber levantado cuerpos de miembros de organizaciones criminales, rivales o “campesinas”, en distintos puntos, y que la situación se agravó en la última década, al punto que ya se reconoce la existencia de “territorios” disputados por facciones del crimen organizado.
Respecto al caso específico, Clever informó que no se pudo confirmar aún la pertenencia del joven fallecido al PCC o al Clan Rotela, aunque los testigos observaron señas entre él y el presunto autor del disparo, lo que habría funcionado como una provocación entre facciones enfrentadas.
“Se hicieron señas, como un desafío con las manos, con los dedos. Después volvió el otro, y ahí ya le disparó directamente al corazón”, detalló el fiscal. El Ministerio Público abrió una investigación por homicidio doloso, y la Policía logró la capturó del supuesto autor del crimen.