La especialista consideró que se trata de una preocupación global, respaldada por proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Una de cada cuatro personas podría llegar a desarrollar problemas de audición para el año 2050”, recordó la profesional, al citar el último informe de la OMS. Agregó que ese pronóstico se sostiene en una tendencia visible también en los consultorios clínicos, donde cada vez más pacientes jóvenes refirieron dificultades para oír con claridad.
Indicó que, si bien muchos estudios auditivos realizados a pacientes jóvenes dieron resultados dentro de los parámetros normales, se observa una sensación generalizada de pérdida auditiva leve o transitoria. “La cantidad de consultas está en alza. Los pacientes sienten que no escuchan bien, aunque los estudios arrojen datos normales”, afirmó.
Destacó un reciente informe del Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS), que analizó el impacto de los auriculares con cancelación de ruido. Según la especialista, aunque el estudio aún no es concluyente, planteó preocupaciones sobre el impacto neurosensorial de este tipo de dispositivos.
“El informe mencionó que la cancelación de ruido podría estar afectando la capacidad natural del cerebro para filtrar estímulos. Es decir, podría dificultar nuestra atención sostenida o selectiva en ambientes con múltiples fuentes de sonido”, explicó.
Desde el ámbito sanitario, Causarano insistió en respetar una regla básica conocida entre los profesionales: la regla del 60-60. “Lo ideal sería no superar el 60% del volumen del dispositivo y limitar la escucha continua a un máximo de 60 minutos”, sostuvo.
Advirtió que esta norma se incumple con frecuencia, lo que deriva en síntomas asociados como tinnitus (zumbidos), mareos y fatiga auditiva. “Muchos de esos casos podrían tener como detonante una sobreexposición continua al ruido, sin lugar a dudas”, afirmó.
La especialista señaló que la masificación del uso de auriculares, en contextos de trabajo remoto, estudios virtuales y esparcimiento, aceleró la aparición de patologías auditivas en grupos tradicionalmente no expuestos a este tipo de riesgos. “Estamos expuestos a estímulos sonoros constantes, lo que altera la forma en que nuestro cerebro procesa el sonido”, detalló.
Causarano pidió que se refuerce la educación sobre el uso saludable de tecnologías auditivas y se acompañe con campañas de concienciación desde edades tempranas.