La “Positividad Tóxica” se manifiesta a través de frases y actitudes que nos instan a estar siempre bien, sin importar las circunstancias. Ejemplos:
- “Manifestá para tener más dinero”.
- “Si te sentís mal, sentite bien”.
- “Todo pasa por algo”.
- Ante una ruptura, “no era para tanto”, “no valía la pena”.
- Tras un fallecimiento, “ya está en un lugar mejor”, “no estés triste”, “mejor que se haya ido”.
- “Un clavo saca otro clavo”.
- Mensajes como “sonríe” o “todo buenas vibras”.
Según Segovia, estas expresiones, aunque parecen inofensivas, a menudo ocultan y tapan cómo nos estamos sintiendo realmente. Las redes sociales también juegan un papel importante al reforzar esta imagen de que “todo es bueno, lindo, bonito”.
La psicóloga explica que esta conducta está muy arraigada en nuestra cultura a causa de:
• Vulnerabilidad mal vista: Mostrar lo que sentimos o ser vulnerable se considera negativo. Por ejemplo, si un hombre llora, se le tacha de “débil”, “maricón” o “tonto”.
• La imagen vende: Mostrar una imagen de felicidad, éxito y contento se percibe como algo que “vende”.
• Miedo al rechazo: Existe el temor de que si demostramos vulnerabilidad, seremos apartados o dejados de querer.
• Evadir emociones desagradables: No nos gusta sentir emociones como la ira, la tristeza o la frustración, por lo que las evadimos, mostrando una constante felicidad.
Frente a la positividad tóxica, la profesional subraya la importancia de validar lo que sentimos y lo que sienten los demás. En lugar de decir “no es para tanto”, una frase validante sería:
• “Entiendo de que te sientas mal por haber terminado esta relación, imagino que es duro”.
• Cuando alguien pierde a un ser querido: “sé que lo extrañás, es duro perder a un ser querido. Te acompaño en tu dolor”.
Cabe resaltar que es fundamental encontrar un punto medio entre la positividad extrema y la “sensiblería” o “autoflagelación”. En conclusión, la clave no es negar el sentimiento, sino reconocerlo, gestionarlo y buscar apoyo en un círculo cercano.