“El problema radica no en el aparato tecnológico, sino en la formación y en el uso pedagógico y estratégico de esa herramienta”, señaló. Recordó que en décadas pasadas la llegada de la calculadora generó preocupación en las escuelas, pero finalmente se integró al aprendizaje. “Cuando llegó la calculadora todos los maestros nos preocupamos, pero los alumnos aprendieron a sumar, a pensar y a razonar”, ejemplificó.
La especialista advirtió que el celular representó un desafío mayor porque distrajo más que otros recursos. “El celular distrae en una reunión social y también en el aula. El maestro debe saber usarlo con fines pedagógicos, y eso es lo que se está pretendiendo”, sostuvo.
Peña insistió en que la clave está en la formación de los docentes y no en la prohibición de los dispositivos. “Los institutos de formación y las universidades están lanzando al mercado personas que no están capacitados. Hoy es el celular, mañana será otra cosa”, afirmó.
La especialista también mencionó el uso de herramientas digitales como ChatGPT en algunos colegios. “Hay colegios que dependen mucho del ChatGPT para saber de geografía o historia. En la medida que vos interactuás con el chat también aprendés, porque te responde según cómo le preguntes”, explicó.
Agregó que ningún Ministerio de Educación puede eliminar la presencia de la tecnología en la vida cotidiana. “El maestro no puede prohibir el uso porque está ahí presente, está en un reloj, está en un celular. La cuestión es cómo se la usa y para qué se la usa”, subrayó