“La ira es una emoción legítima, pero se puede volver disfuncional. Hay estrategias que uno tiene que adquirir para gestionarla”, afirmó. La especialista señaló que muchas reacciones desmedidas tienen origen en el entorno familiar, donde los modelos de comportamiento influyen directamente en la forma en que los niños aprenden a expresar sus emociones.
La psicóloga que un enojo desproporcionado no ocurre de forma aislada, sino que responde a un contexto específico y recomendó prestar atención a los signos físicos y emocionales que preceden a una explosión de ira, como la tensión muscular, la aceleración del ritmo cardíaco o pensamientos repetitivos. Entre las técnicas de manejo emocional, destacó la importancia de la respiración consciente y el alejamiento del lugar donde se produce el conflicto.
“El uso de plataformas en internet y los juegos en línea pueden producir ira”, afirmó. Segovia explicó que la exposición prolongada a contenidos violentos, la frustración por resultados en juegos competitivos y la falta de regulación parental pueden generar estados de irritabilidad en niños y adolescentes.
Respecto a los efectos de la violencia en el entorno familiar, Segovia señaló que los niños que presencian episodios de agresión verbal o física pueden reproducir esas conductas en otros espacios. Sin embargo, aclaró que es posible revertir ese aprendizaje con acompañamiento profesional.