“La envidia es una emoción naturalmente que todos tenemos, como la alegría, la tristeza, el odio, que se manifiesta cuando anhelamos algo que no tenemos y que otro lo tiene”, dijo Segovia y diferenció entre la llamada “envidia sana” y la envidia tóxica.
Afirmó que “cuando yo veo que la persona logra algo, eso me sirve de motivación”, mientras que la parte negativa apareció cuando alguien deseó que al otro le fuera mal. Explicó que este tipo de envidia se reflejó especialmente en las relaciones de amistad, donde muchas veces la persona envidiosa se alejó porque no pudo lidiar con el éxito ajeno.
La especialista relató que en una encuesta realizada en redes sociales varios participantes comentaron que “tus logros nunca son suficientes”. Mencionó que este tipo de actitudes se manifestaron en frases que desvalorizaron los avances de los demás, como cuando alguien terminaba una carrera universitaria y recibía comentarios que minimizaban el logro.
Se identifican tres factores principales que generaron envidia: la comparación constante con otras personas, la baja autoestima y la presión social que definió el éxito bajo reglas tácitas. Aclaró que “la envidia se siente tan doloroso como un dolor físico” y que las investigaciones demostraron que podía provocar palpitaciones, aumento del cortisol y malestar general.
La psicóloga sostuvo que no fue malo sentir envidia, sino que lo negativo estuvo en la forma de actuar frente a esa emoción. “Lo malo, entre comillas, sería cómo actuamos con lo que sentimos, que eso es lo que tenemos que ir aprendiendo con un poco de ensayo y error”.