La parlamentaria consideró que la actitud adoptada por ciertos legisladores refleja “inmadurez política” y un “profundo desconocimiento del deber constitucional” que representa el acto.
“Inmadurez política es el problema que hay en el Senado y en Diputados”, declaró Amarilla al ser consultada sobre la estrategia de vaciamiento anunciada por algunas bancadas opositoras. Para ella, la decisión de ausentarse del acto debilita las herramientas democráticas y desdibuja el rol institucional de los legisladores.
La senadora insistió en que la sesión no puede ser considerada un evento político ni propagandístico. “Esto no es un cumple de Peña, un acto de Bachi o de Gobierno, es un mandato constitucional que se haga la rendición de cuentas y nosotros debemos estar”, afirmó.
Aclaró que su presencia no implica adhesión al oficialismo ni simpatía con la administración del presidente Peña. “Me van a dejar ahora como cartista porque me voy a escuchar la rendición de cuentas del presidente de la República, pero estoy enojada con ellos porque esto es algo constitucional y no es un acto político”, apuntó.
Amarilla sostuvo que la decisión de no asistir a la sesión parlamentaria no representa una protesta efectiva frente al gobierno. “A la dictadura no se le combate con berrinches como estos, se combate en la calle”, sentenció.
Agregó que si el diagnóstico de los sectores ausentes es que el país vive una dictadura, entonces “hay que actuar como tal, todos tenemos que renunciar, no legitimando al Gobierno con bancas en el Senado”. Con ello, cuestionó la coherencia del accionar político de la oposición que denuncia autoritarismo, pero no toma medidas estructurales frente a ese supuesto.
La senadora diferenció su análisis del de aquellos que consideran al gobierno de Peña una dictadura cerrada. “Esto no es una dictadura, es un gobierno inepto, con liderazgo débil, sometido a Horacio Cartes, que mueve los hilos desde la calle España”, expresó.
Con esas palabras, Amarilla reconoció su rechazo al modelo político actual, pero también subrayó la necesidad de combatirlo desde las instituciones, asumiendo responsabilidades parlamentarias y no desertando de ellas.