Argumentó que la comparecencia del mandatario carece de legitimidad institucional y se convirtió en “un mero formalismo”, dentro de un Parlamento que perdió su función de control político frente al Ejecutivo.
“Cuando Peña decide ir primero a rendir cuentas a la ANR, nos da un mensaje directo a los congresistas”, sostuvo Benítez. Aseguró que ese gesto reafirmó el sometimiento progresivo del Congreso a los intereses de un grupo político, al que atribuyó haber degradado la imagen de la institución.
Benítez señaló que, en lo que va del periodo legislativo, el Congreso fue constantemente relegado y despojado de sus atribuciones constitucionales, especialmente las que corresponden al control del Poder Ejecutivo. “No nos permiten acceder a información de muchas instituciones. Además, no conseguimos hacer ni una sola interpelación”, denunció.
El diputado describió al Parlamento como una pieza subordinada, sin capacidad de incidencia. “El Congreso Nacional pasó de ser un actor secundario a ser una oficina más del cartismo”, afirmó, en referencia al sector político afín al expresidente Horacio Cartes.
Reconoció que la imagen del Congreso ya tenía deficiencias históricas, pero afirmó que la situación se agravó en los últimos dos años. “Lo poco que quedaba se degradó completamente”, expresó. Reiteró que, en el escenario actual, la rendición de cuentas no representa un acto de transparencia, sino una formalidad vacía dentro de un sistema parlamentario sin voz real.
“La realidad es que estamos en un Congreso que hoy no existe en el debate. No pasa de ser un pasapapeles”, lamentó el legislador.
También cuestionó la falta de reacción del Legislativo frente a medidas del Ejecutivo como las recientes intervenciones municipales, que, a su juicio, tampoco fueron analizadas con rigor. En su visión, el Gobierno demuestra poco interés en el rol del Congreso, y eso, sumado al debilitamiento interno, convierte al espacio parlamentario en irrelevante para los fines republicanos.